viernes, 29 de mayo de 2009

Y se presentó la ciudad de las escaleras... para Ana


Cuando por fin el tren llegó a la estación y pude coger un taxi con dirección a la Calle Academia, noté el frenazo a mi corre corre y la tranquilidad de "estar en mi otra casa".
Pasaron los días de forma entretenida, divertida. El saludo a los amigos, los ojos chispeantes de Rosa, la cara de Mari... Noelia preciosa, Mario encantador... (creo que ya es mi médico favorito, yo ya le doy el título).
Notaba algo raro. Había algo extraño desde que el miércoles a las seis de la mañana, salimos con destino al Valle... Había cosas que se me escapaban. Conversaciones a las que no llegaba y respuestas que no sabía entender...
¿Qué tramaban aquéllas dos?... Rosa y Toñy se traían algo entre manos...
Y no me equivoqué... ¡¡¡VAYA QUE SI TRAMABAN ALGO!!!...
Cuando llegó la tarde del viernes y nos dirigíamos a la ONCE para la presentación del cuento, tenía la certeza de que algo pasaba... y pasaba conmigo. Pero lo que no podía imaginar era, que se escondía, la cosa más bonita que jamás había vivido.
Yo sabía que Toñy había dedicado el cuento a mi hijo Rubén, pero no podía imaginar que Rubén estuviera tan presente en la presentación, como efectivamente estuvo.
Para quien no lo sepa, les contaré que Rubén tiene dieciseis años y que desde los nueve empezó a perder la vista. Hoy en día matiene un mínimo resto visual, inversamente proporcional a su infinita felicidad, a su enorme valor y coraje y a su tesón para tener la autonomía necesaria para su independencia.
Está en un colegio de la ONCE en Madrid. Sus compañeros son niños deficientes visuales, ciegos y sordociegos. Fue cómplice de Toñy en alguna de mis sorpresas. Y me pidió que fuera su cómplice para darle, él, otra sorpresa a Toñy.
Desde que su hermano mayor estudiaba yo quise aprender Braille..., pero finalmente no he aprobado. Se muy poco. Rubén me pidió que le escribiera a Toñy en Braille: "Gracias Toñy" y que, para que no me costara mucho, "el resto se lo pusiera en vista". Como no recordaba mis mínimas nociones de Braille, me dictó cómo escribirlo.
Pues Toñy, esos puntitos que están en el cuadro que te envió Rubén, dicen: Gracias Toñy. Esos puntitos son letras, esas letras son fuerzas de superación, esas fuerzas de superación son valores... Esos valores son milagros.
Porque yo veo milagros cuando alguien ve con las manos, con los oídos, con el olfato. Yo veo milagros cuando la gente trabaja por la igualdad... Yo veo milagros cuando se pide accesibilidad...
Hace muchos años oí a un representante de las personas con discapacidad decir que "tener una discapacidad no es ser un problema, es tener un problema"... Y ese problema es de fácil solución si colaboramos todos.
Gracias Toñy por tu cuento, por dedicárselo a Rubén y por dedicarlo a la defensa de las ciudades accesibles. Gracias por unir tu voz a la mía cuando reclamo colaboración a las personas y compromiso a las autoridades... Gracias.
Toñy...: ¿recueras aquéllo que te dije?... Te lo voy a repetir hoy aquí. Escucha:

Nada es imposible, como no es imposible que un ciego distinga los colores, pues yo te aseguro que el marrón huele a Coca-Cola, el negro a regaliz, el verde huele a menta, el amarillo a limón..., el naranja a naranjas, el azul huele a mar, el rojo a fresas...

Toñy... : ¿sabes a qué huele la accesibilidad?...
La accesibilidad, colaborando todos como lo has hecho tú, tiene un fuerte aroma de igualdad y de plena inclusión.
Gracias amiga. Gracias.

Ana Mengíbar .

1 comentario:

Toñy Castillo dijo...

Gracias por tu escrito Ana, fue un libro que siempre deseé escribir y he tenido el priviligio de que se apostara por él y ahora deseo difundirlo allá donde sea escuchado. Besos. y GRACIAS.

Yoñy Castillo